• El tren
estaba atestado de modo que el infante de Marina Norteamericano recorrió la
totalidad de los vagones buscando un asiento, pero el único disponible estaba
ocupado por el pequinés de una señora francesa, de edad media, muy bien
vestida. El Marine, visiblemente cansado, le pregunta a la dama señalándole el
asiento ocupado por el can: " Madame. ¿Podría sentarme allí?". A lo
cuala la dama francesa lanzó un suspiro de visible contrariedad y comentó en
voz alta a nadie en particular: "¡Los norteamericanos son tan maleducados!
Mi pequeño Fifi necesita ese asiento tanto como cualquiera!"
• El
Marine, no queriendo entrar en una discusión estéril, volvió a recorrer la
totalidad del tren, pero realmente, el único asiento disponible era el que
estaba bajo el perro.
• -- Por
favor Madame. Estoy muy cansado de la fajina. ¿No me puedo sentar allí?
• --
Ustedes los norteamericanos no sólo son maleducados -- respondió furiosa la
francesa -- sino que además son arrogantes.
• Esta vez
sin embargo, el Marine no respondió. Simplemente tomó al perro del collar,
abrió la ventanilla, arrojó al perro por ella, y se sentó. La mujer se puso a
gritar:
• --
¡Alguien aquí debería defender mi honor! ¡A este yanqui hay que ponerlo en su
lugar! ¡Esto es un insulto intolerable de un maleducado, prepotente, machista.
. .!
• Un
gentleman inglés que viajaba unos asientos más adelante miró al pobre Marine y
a media voz, con toda compostura y flema británica le comentó:
• -- No lo
tome a mal caballero, pero ustedes los norteamericanos realmente tienen una
pasión por hacer las cosas al revés. Usan el tenedor en la mano equivocada.
Conducen por el lado equivocado de la calle. Y ahora, señor, acaba de tirar
usted a la perra equivocada por la ventana.
Para terminar una frase:
Hay tres clases de personas: las que hacen que las cosas sucedan; las que miran como suceden las cosas; y las que se maravillan de las cosas que sucedieron.
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